Saturday, March 01, 2008

El futurismo

Paralelamente al cubismo en Francia, en Italia se desarrolló un movimiento artístico que tenía muchos puntos en común con el primero: el futurismo. Los artistas de este nuevo estilo también descompusieron la superficie en diferentes fragmentos. Sus cuadros fueron la expresión de una gran pasión por las innovaciones técnicas y, tal y como expresa el nombre de futurismo, de una gran fe en el futuro. Pintores como Humberto Boccioni, Gino Severino y Giacomo Balla dieron una expresión pictórica ala simultaneidad de los procedimientos de percepción inherentes a la vida moderna utilizando para ello un idioma segmentado y desmenuzado.

Estos pintores también intentaron retener imágenes fugaces, aquellas que pasan ante la vista con una rapidez vertiginosa, sobreponiendo muchas impresiones en un mismo cuadro, como si se tratara de una fotografía de exposición prolongada. Así por ejemplo, pintaban un perro que corría con doce piernas y la mano de un violinista con un sinfín de ágiles dedos. Detrás de esta forma de representación, que a nosotros nos pudiera parecer extraída de un comic, se encontraba el intento de introducir una nueva dimensión en una pintura estática: el tiempo, o más exactamente, el desarrollo de una acción dentro de un espacio de tiempo.

Si hacía unas décadas el desarrollo de la fotografía había inspirado a los impresionistas una nueva forma de representación, ahora era la película, la sucesión en movimiento de imágenes estáticas, la que estimulaba ideas diferentes en los artistas. Sin embargo, el deseo innovador de los futuristas todavía iba más lejos. No sólo encontraron formas artísticas para representar el tiempo y el movimiento, también quisieron pintar los ruidos. Los futuristas también reflejaron musicalmente la fascinación por los modernos ruidos de motor. Los artistas concedían conciertos bruitistas (bruit = ruído) y compusieron música de máquinas.


I.- IRRACIONALIDADES Y REBELDES: EL FUTURISMO. LA REACCIÓN FRENTE AL CUBISMO.
Las bases para el movimiento futurista fueron establecidas, como en todas partes, por literatos (sobre todo Marinetti), y por periódicos comprometidos. La rigurosa actitud de este movimiento surgido en Italia, tiene su origen en la sensación de haber quedado excluidos de la discusión europea sobre el arte.

Los futuristas se deleitan en la sensación embriagadora de rapidez producida por los poderes de la tecnología, especialmente en una embriaguez por la velocidad, que llevó a la frase proverbial de Marinetti de que un coche de carreras era más bello que la Victoria de Samotracia. El dinamismo, el movimiento, la velocidad eran las fórmulas mágicas de los futuristas, y no es sorprendente que este mismo dinamismo llevara, con la velocidad de un coche de carreras, al fascismo del piloto de carreras aficionado Mussolini.

Otros rasgos que los futuristas compartían con el futuro Duce fueron la extravagancia de sus demandas, y una glorificación propagandística de la fueraza que no tuvo en cuenta en absoluto el verdadero equilibrio de poderes del momento. Artísticamente, el movimiento finalizó cuando se comprometió al colaborar con el fascismo. Para entonces, sus principales representantes supervivientes, Severino y Carrá (Boccioni había muerto en 1916, como consecuencia de una herida de guerra y una posterior caída de un caballo), hacía tiempo que habían adoptado objetivos de una naturaleza completamente diferente.

El ruido y la confusión, la provocación y la excitación a cualquier precio fueron los rasgos característicos de la agitación futurista. Inspirados en el cubismo analítico, los futuristas se centraban en la simultaneidad de diversos puntos de vista de un motivo, pero en lugar de reproducirlo en estado de inmovilidad lo mostraban en movimiento de rotación, salto o impulso. El propio movimiento o más bien las diversas fases de su proceso debían ser visualizadas inmediatamente en un cuadro o una escultura.

Los artistas de todos los tiempos se han esforzado por representar figuras en movimiento. Pero, en realidad, a lo largo de la Historia del Arte, lo que los artistas han conseguido ha sido captar e inmovilizar un instante de un movimiento. Debía llegar el siglo XX, y con él el Manifiesto Futurista, para que el movimiento en sí mismo (el concepto de movimiento) pasara a ser el sujeto de pinturas estilísticamente derivadas del cubismo.

La pintura futurista, en efecto, cuando trata de representar el movimiento no pretende pintar “algo que se mueve”, sino “el movimiento de este algo”. La pintura futurista se identifica con el movimiento, la velocidad, la máquina, la energía, la violencia, etc., que pasan a ser el auténtico contenido del cuadro. Que el autor de un movimiento sea un hombre o una máquina es algo circunstancial; lo que el pintor futurista quiere elevar a la categoría de obra de arte es el movimiento en sí, la fuerza, los efectos dinámicos, ideas abstractas que se dan no en un solo instante, sino en infinitos instantes.

Estilísticamente, el futurismo es una derivación de planteamientos cubistas sobre la segmentación de la forma. Desde el punto de vista ideológico, la pintura futurista es una exaltación de la modernidad en sus aspectos más dinámicos. El punto de partida del futurismo debe buscarse en el Primer Manifiesto Futurista de 1909. El futurismo constituye uno de los mayores intentos de llevar el arte a la vida cotidiana mediante una defensa intransigente de la modernidad.


II.- ACTUACIONES Y MANIFIESTOS. EL MITO DE LO MODERNO Y LA IDOLATRÍA DE LA VELOCIDAD.

El término futurismo fue acuñado en 1909 por el poeta Filippo Tommaso Marinetti, sin duda el primer gestor planfetario de la vanguardia. La actividad de Marinetti para la promoción y propagación de los conceptos y las obras del futurismo fue ingente. No menos de 40 manifiestos básicos firmados por él o por sus acólitos entre 1909 y 1918, y otros tantos hasta 1938, un sinfín de viajes, conferencias, actos, lecturas e intervenciones públicas en teatros y cafés que solían acabar en pelea, y el afán de promover exposiciones de cuadros de los nuevos artistas italianos, lo convierten en el prototipo del propagandista del arte, del moderno belicoso que acabaría por integrarse en las filas del fascismo.

Fue en el año 1912 cuando se dio a conocer el futurismo de golpe en toda Europa. A los manifiestos y actividades anteriores a esta fecha se añadió una frenética actividad pública internacional, auspiciada por Marinetti.

Por donde pasaban los futuristas iban dejando huella. Antes de la exposición que celebraron en 1912 habían hecho manifiestos y variadas declaraciones de intenciones cuya pertinencia habían de confirmar los éxitos. Marinetti publicó los dos primeros manifiestos en 1909. un grupo de pintores –entre los que estaban Carlo Carrá, Humberto Boccioni, Luigi Russolo, Giacomo Balla y Gino Severini- quiso sumarse al proyecto futurista, y en 1910 redactaron sucesivamente dos manifiestos significativos: el de los pintores futuristas y el Manifiesto técnico de la pintura futurista.

En 1911 Francesco Balilla Pratella escribió el Manifiesto técnico de los músicos futuristas, y al año siguiente se dieron a conocer, entre otros, el manifiesto correspondiente a la escultura y al Manifiesto de la mujer futurista. Los artistas que paulatinamente iban componiendo este movimiento eran de muy diversa procedencia. Participaban, eso sí, de ideales revolucionarios de algún signo, anarquistas, comunistas, o simplemente nacionalistas radicales, y coincidían en el menosprecio hacia la tradición y los convencionalismos académicos.

En el primer Manifiesto de los pintores futuristas, esto se obligaban a enaltecer y testificar la vida moderna, transformada incesante y violentamente por la ciencia en ascenso. En Manifiesto técnico de la pintura futurista, leemos: todo se mueve; todo corre; todo se torna veloz. La figura nunca está inmóvil ante nosotros, sino que aparece y desaparece incesantemente. Por culpa de la permanencia de la imagen en la retina, las cosas en movimiento se multiplican, se deforman, sucediéndose como si de vibraciones se tratara, en el espacio que recorren. Así, un caballo a la carrera no tiene cuatro, sino veinte patas, y sus movimientos son triangulares.

Un dibujo a plumilla de Boccioni representa un Ciclista (1913), por así decirlo, sujeto a un motivo que es la velocidad. La línea vibrante, la luz y el movimiento vienen a destruir la corporeidad material de lo representado. En la sensación de movimiento, de dinamismo, los elementos se desdoblan, los perfiles se multiplican, y las cosas se deforman. Con el movimiento y la vibración se trascienden las presencias físicas, se hacen transparentes los cuerpos.


Lámina Dinamismo de un ciclista de Boccioni

Comentario de la obra:
Es una de las primeras pinturas futuristas de exaltación de la idea del movimiento. La pintura futurista utilizó las teorías del color de los impresionistas y el principio de las visiones simultáneas de los cubistas para la representación de la forma y el espacio, para la expresión de ideas dinámicas. En este cuadro Boccioni (1913) deja bien patentes las tendencias cubistas y el conocimiento de las teorías del color. Pero más evidente aún es la utilización de ritmos dinámicos rectos y curvos para aglutinar los instantes cambiantes de un movimiento.

Los futuristas se opusieron sistemáticamente a la estática clasicista, al hieratismo, y a toda la extática inmovilidad de la pintura del pasado, afirmaron que el espacio ya no existe, y prodigaron un arte dinámico, capaz de presentar imprevistos grotescos desalma, sus chocantes violencias. Sin embargo, lo que justifica esa perentoria necesidad de dar cabida positiva al dinamismo mecánico, no es otra sino la voluntad de equiparar el nuevo arte con los avances de la ciencia moderna.

Son muy abundantes, incluso abrumadoras, las representaciones de ese motivo típico del futurismo: el dinamismo, que es su signo de progreso. El dinamismo de una bailarina, obra de Gino Severino, de 1916, es un ejemplo célebre. Se trata al sujeto como a una muñeca automática, y en un registro que recuerda vagamente las técnicas del cubismo analítico, pero con una ordenación rítmica que nos remite únicamente al tema del movimiento, y no ya al objeto.





Lámina Velocidad abstracta de Balla

Comentario de la obra:
Este artista antes de militar en la tendencia metafísica, orientó parte de sus experiencias personales hacia la tendencia abstracta del futurismo: la sugerencia del movimiento y el dinamismo sin ninguna veleidad figurativista. En su obra, la fuerza y el movimiento se sugieren por medio de conceptos físico-matemáticos básicamente abtractos.


Lámina Funerales del anarquista Galli de Carlo Carrá

Comentario de la obra:
La tendencia futurista que no abandona totalmente el figurativismo, aparece en la obra de Carrá. En esta abigarrada composición, en la que se adivinan forman naturales, las diagonales de inclinación contradictoria sugieren la excitación violenta, mientras que la repetición de trayectorias curvas lleva al movimiento. La combinación de sutiles contrastes tonales enfatiza los centros de interés cálidos. En ellos confluyen diagonales y ritmos curvos que orientan el movimiento y dan coherencia a la composición.


Lámina Jeroglifico dinámico del baile de Tabarín de Severino

Comentario de la obra:
Del mismo modo que el futurismo quiso influir en la vida cotidiana, también la vida cotidiana fue tema para los pintores futuristas. En este sentido son muy representativas algunas obras de Gino Severino que se basan en el movimiento que impera en una actividad tan frívola como puede ser un baile multitudinario. Se trata de composiciones abigarradas, sugeridoras de un movimiento frenético, fruto de una minuciosa y extraordinaria disgregación de formas y de una aplicación del color, muy luminoso, en que blancos y negros se equilibran con tintas cálidas y tintas frías sabiamente situadas.


Lámina de Desnudo bajando la escalera de Duchamp

Comentario de la obra:
Duchamp, a quien se incluirá en el movimiento Dadá, ha sido uno de los pintores más significativos del siglo XX; un verdadero explorador del arte, impregnado de las ideas cubistas y futuristas, que le llevaron a originalísimas interpretaciones de las formas y de la representación del movimiento, que expresó en este tema con una innegable tendencia cubista, y que ofrece una imagen que compendia distintos instantes del movimiento de lo que él llama “la figura máquina”. La búsqueda de la representación continuada de un movimiento y la tendencia cubista de la solución permiten situar esta obra dentro de una etapa futurista del autor.