Saturday, February 16, 2008

El Fauvismo.


EL FAUVISMO O LA CONDICIÓN LIBRE Y SUBJETIVA DEL COLOR.

Claves del periodo:


Sustitución del toque menudo puntillista por grandes áreas de color.
Rechazo a la autoridad y a lo establecido.
Relevancia del primitivismo.
Gran espontaneidad, creatividad.
La técnica pasa a un segundo plano.
Carácter lírico y expresivo potenciado mediante el color.
Intento de conjuntar o equilibrar el mundo real y el mundo interior.
Búsqueda de lo esencial y simple.
Predominio de dos corrientes temáticas: interpretación libre, intuitiva, vital y
Totalmente subjetiva de la naturaleza con reminiscencias naturalistas (los paisajes y escenas fluviales de Derain) y escenas líricas de gran carga imaginativa (Matisse).
Plasmación de lo real de manera subjetiva: el artista trata de captar lo esencial interpretando la naturaleza y sometiéndola al espíritu del cuadro.
Énfasis cromático mediante colores puros, saturados, principalmente planos, realzados por la línea de los contornos y sin referencia al tema o a su figura (a veces colores muy distintos o contrarios a los reales).
Síntesis formal.Eliminación de la perspectiva espacial.
Supresión de la definición de las formas basada en el claroscuro.
Figuración con base en lo creativo y temperamental, con eliminación de lo superfluo.
Referencias formales de las culturas primitivas y exóticas (arabe y africana).
Relaciones de colores arbitrarias establecidas de manera instintiva e intuitiva, con predominio de colores complementarios.
Creación de espacios pictóricos de carácter ornamental basados en motivos decorativos tomados de papeles de pared o piezas de artesanía.
Escultura de talla directa.

Para entender la técnica pictórica fauvista hay que tener en cuenta la obra de Van Gogh y de Gauguin, que conocen a través de exposiciones realizadas en París en 1901 y 1905 respectivamente. El toque menudo fue sustituido por grandes áreas de color plano tipo Gauguin. Esta figura representaba también el mito del buen salvaje, reforzando toda esa veta primitiva clave en todo el arte de principios de siglo.
El fauvismo surgió el contexto del Salón de Otoño de 1905, en París, cuando el crítico Vauxcelles utilizó el término "fauve" (fiera) para aludir a ciertas telas que allí se exhibían. El Salón se vio sacudido por un terremoto de luz y color: una de sus salas se reservó para un grupo encabezado por Matisse, Derain y Vlaminck. Los lienzos que presentaron ostentaban, orgullosos, gamas cromáticas estridentes y agresivas, hasta tal punto que de allí salieron como el grupo de los Fauves, que en francés significa "las fieras". Sus principales representantes son Matisse, Derain y Vlaminck, que retoman los planteamientos más radicales de la Francia del momento, partiendo de los presupuestos simbolistas. Nunca estuvieron muy cohesionados como grupo, puesto que jamás siguieron unos postulados determinados, ni realizaron un manifiesto programático. Las similitudes formales y la intención rompedora fue lo que les agrupó, efímeramente.
El fauve es el pintor de lo espontáneo, que se explicita mediante el color. Suele utilizar una técnica rápida, que nos remite más aún a la creatividad y emotividad del artista. No hay preocupación por el detalle; el acabado y la técnica pasan a un segundo plano. En iconografía y temas no aportan nada nuevo: escenas cotidianas de género, la figura humana y el retrato. Pero siempre aludiendo a la felicidad, a la plenitud del ser humano. Sus temas eran más afines al naïf de Rousseau que a los expresionistas, con los cuales se compenetraban perfectamente en el aspecto formal. Sus temas son inocuos, bucólicos, retratos, interiores, visiones idílicas del hombre en la naturaleza, paisajes hermosos... Su realización es muy colorida y atrevida: es una explosión de colores violentos y arbitrarios, en disonancia deliberadamente calculada. Tratan de transmitir una reacción emotiva del pintor ante el tema elegido. No buscan la representación naturalista, sino realzar el valor del color en sí mismo. Las figuras resultan planas, lineales, encerradas en gruesas líneas de contorno, lo que les aproxima a la estética Art Nouveau.
El fauvismo y el grupo Brücke comparten el carácter expresionista, aunque para los franceses sea un lenguaje agradable y armónico, y para los alemanes tenga un mayor trasfondo social. Matisse se interesa por las tallas africanas, por los temas orientales y las odaliscas. Explota los recursos derivados del motivo ornamental, estilizando los desnudos aunque con una evidente tendencia antinaturalista. Derain es menos exaltado y tiene una etapa fauvista muy delimitada, algo similar a lo que le ocurre a Vlaminck.
Dufy crea un tipo de obras que se caracterizan por la forma de aplicar el color, como si se saliera de los perfiles. Sus temas fauvistas son los pueblos costeros y el mar. Van Dongen es un holandés que asume los planteamientos fauvistas. Por su parte, Rouault estaría más cercano al expresionismo alemán; es un importante renovador del arte religioso moderno.

El fauve más destacado fue Matisse, que se caracteriza por su sencillez casi infantil. Desprecia la perspectiva y el modelado en favor de las tintas planas, y su decorativismo resulta bárbaro en su osadía. La espontaneidad calculada de su pintura busca la conexión inmediata con el espectador, para transmitirle la emoción anímica del artista cuando realizó la obra. El hecho de no haberse definido como grupo dotó de una vida efímera al movimiento fauve, que en 1908 se disuelve, siguiendo cada uno de sus miembros caminos divergentes.
El Fauvismo fue un movimiento pictórico francés de escasa duración (entre 1904 y 1908, aproximadamente) que revolucionó el concepto del color en el arte contemporáneo. Los fauvistas rechazaron la paleta de tonos naturalistas empleada por los impresionistas en favor de los colores violentos, introducidos por los postimpresionistas Paul Gauguin y Vincent van Gogh, para crear un mayor énfasis expresivo. Alcanzaron una intensa fuerza poética gracias al fuerte colorido y al dibujo de trazo muy marcado, desprovisto de dramatismo lumínico
El término Fauvismo tuvo su origen en la palabra francesa fauves literalmente `fieras', etiqueta peyorativa que el crítico Louis Vauxcelles usó por primera vez el 17 de octubre de 1905 en un artículo de la revista Gil Blas, después de haber visitado el Salón de Otoño de aquel mismo año. El término fauves nunca fue aceptado por los propios pintores y, de hecho, no describe de ningún modo su intención subjetiva ni el lirismo de sus imágenes. El calificativo que le dió sería el que al año siguiente se le volvió a aplicar a la sala donde fueron expuestas las obras de Braque, Camoin, Dufy, Friesz, Manguin, Marinot, Valtat, Marquet, Vlaminck y Matisse su principal exponente. Como a otros movimientos artísticos del siglo XX, el nombre que se asignó fue en origen un calificativo peyorativo enunciado por la crítica, asumido por el público e introducido después, ya sin connotaciones despectivas, en la historia del arte.
La presencia de las obras fauvistas en el Salón de Otoño de 1905 estuvo rodeada de controversia. El 18 de octubre de 1905, se abrió la tercera edición de la Sociedad del Salón de Otoño en el Gran Palais de París, tenía como precedente el Salón de los Independientes de aquel mismo año, al que Matisse, Marquet, Derain, Puy, Camoin y otros habían enviado obras y donde se les había calificado de "incoherentes". La presencia de sus cuadros en el Salón de Otoño puso en aprieto a sus directivos, que sin fundamentos para excluir las piezas "incoherentes", que, por otra parte eran defendidas por algunos de los miembros de la dirección, decidieron agruparlas en una sala aparte. Los comisarios eligieron la Sala VIl para confinar el trabajo de aquel grupo de pintores cuyas principales características eran el uso de brillantes y llamativos colores dispersos sobre los lienzos en puntos o manchas amorfas que configuraban escenas y formas grotescas. Estas pinturas fueron colgadas por orden alfabético del autor. Los comisarios, así mismo, repartieron las esculturas participantes por las diferentes salas del Gran Palais.
La presencia de estas obras llegó a ser tan polémica que el Presidente de la República, rehusó inaugurar el Salón para no comprometer su posición ante las posturas más conservadoras e influyentes de la élite cultural francesa. Por su parte y de forma generalizada, los críticos fueron unánimes en condenar tales manifestaciones artísticas.
La respuesta del público tampoco fue tolerante. Algunos visitantes enfurecieron ante la cara verde y amarilla de la Mujer con sombrero (1905) de Matisse, una de las obras más polémicas del Salón, que mostraba un retrato de la mujer del artista en la que los planos de colores chillones se asociaban para potenciar la expresión y la composición. Otros abuchearon la obra, incluso algunos trataron de agredir el lienzo.
Durante mucho tiempo después de su desaparición, el Fauvismo fue considerado un movimiento fugaz en la historia del arte, fue un movimiento eminentemente francés y pictórico, con un marco cronológico aproximado entre 1898 y 1907, aunque para el público que pudo contemplar las obras en 1905 tuvo el efecto de una bomba. Los cuadros allí expuestos fueron tomados como la manifestación artística de unos jóvenes indisciplinados, anárquicos, más que como las creaciones vanguardistas de artistas con unas inquietudes comunes. Pero el año del florecimiento pleno de Fauvismo fue el 1906, definido principalmente por el triunfo de obras y artistas en el Salón de Otoño, en el que todos los componentes del grupo expusieron. Como en otros casos de la historia del arte, el reconocimiento de la crítica llegó después que la innovación plástica.
Se ha venido considerando el Fauvismo como el primer movimiento artístico del siglo XX, sin embargo, a los artistas a los que se les aplicó tal denominación no fue un grupo conscientemente definido, sino un grupo disperso, unidos en algunos casos por relaciones de amistad, y que terminaron aceptando el término por considerarlo coherente con la actitud violenta, subversiva con que se enfrentaron a los convencionalismos clásicos del arte de su momento. Reunidos bajo la bandera del Fauvismo estuvieron algunos artistas que ya habían compartido la experiencia de trabajar juntos y cuyos intereses e ideas sobre el arte eran similares, utilizando colores yuxtapuestos con total fuerza para crear espacio y luz, con el fin de expresar sentimientos personales.
El Fauvismo fue un movimiento breve pese a su intensidad y la importancia que su existencia tuvo en el arte posterior. La exposición retrospectiva que se celebró en memoria de Cézanne, en 1907, dentro del Salón de Otoño, favoreció el arranque del Cubismo e hizo a los fauvistas cuestionarse la viabilidad de un estilo basado solamente en el color saturado y en la línea expresiva. El apasionamiento que los fauvistas desarrollaron entorno a su experimentación cromática fue también parte de su fin, llevándoles a evolucionar hacia un arte más austero y reflexivo
Desde 1908, el Fauvismo deja de existir como estilo y como grupo. La última exposición fauvista importante fue la que tuvo lugar en el Salón de los Independientes en 1907. A partir aquí cada uno de los componentes siguió su propio camino.