Saturday, February 16, 2008

LAS PRIMERAS VANGUARDIAS DEL SIGLO XX





El cuestionamiento sobre los principios artísticos, principalmente del clasicismo, que se inició en las últimas décadas del siglo XIX tuvo una influencia decisiva en la formación del espíritu crítico propio del siglo XX.

Este nuevo período de la historia del arte se caracteriza por su ruptura respecto al historicismo de finales del siglo XIX y la emancipación de los cánones clásicos, que había dominado las artes desde el renacimiento.

A esto se une el hecho de consideración como obras de arte, al que hoy conocemos como arte prehistórico, valorado hasta entonces, no como arte sino por su importancia antropológica, que sirvió de inspiración al nuevo arte del s. XX.

El término “vanguardias históricas” se utiliza para referirse dentro del s. XX a las que se producen hasta la II Guerra Mundial, mientras que “vanguardias últimas o recientes” se refiere obviamente al arte que se ha producido a partir de la citada Guerra Mundial.

Además, dentro de esta primera parte de “vanguardias históricas” hay que distinguir, a su vez, dos momentos: el primero que llega aproximadamente hasta la década de 1920, que es el que en realidad mantiene vivo el espíritu vanguardista y sus pugnas por inventar un nuevo lenguaje artístico, mientras que el segundo, que abarca entre 1920 y 1940, lo que ha motivado que se le conozca como “arte de entreguerras”, se trata de un período que conviene calificar de “cristis de las vanguardias” o, si se quiere, del espíritu vanguardista, porque, en efecto, el espíritu formalista de la primera etapa se puso en cuestión hasta por parte de quienes se seguían llamando vanguardistas o estaban adscritos a movimientos de vanguardia.

Desde entonces nos encontramos en una fase de crisis vanguardista ilustrada con los coloridos publicitarios de “postvanguardia”, “transvanguardia” o, el más popular de todos ellos, el de “postmoderno”. Aunque lo que se entendía por “crisis de vanguardia” en los años treinta, no es lo mismo que lo que ahora se entiende como tal, nuestra crisis se refiere más que a enfrentarse alguien a la sociedad, a su más íntima y comercial demanda, convirtiéndose en un producto de consumo masivo por lo que ha dejado de tener sentido estar en vanguardia.

Al comienzo del s. XX, muchas de las figuras capitales del arte de la etapa anterior continúan vivas y activas, lo que, en algunos casos, significa que afrontaban su período último y más creativo. Es un momento muy vivo, de ritmo acelerado y de gran complejidad que intentaremos explicar mediante la sucesión de los diferentes movimiento vanguardista, que se encuadran desde las dos perspectivas entonces dominantes: la de la expresividad y la del orden o normativa, de las que la primera pone en evidencia el valor de la efusión subjetiva, mientras que la segunda, más el valor de lo objetivo, aunque ambas en función de la creación de un lenguaje autónomo, distinto del tradicional, marcado por la representación o imitación de la realidad visible. De hecho, ambas corrientes, subjetiva y objetiva, enseguida convergen en la afirmación de un arte no figurativo o abstracto.

En los primeros años del s. XX se homenajea s Paul Gaugin y a Van Gogh, quiens defendía los valores expresivos, simbólicos del arte, a la vez que exaltaban la pureza de lo primitivo y lo “salvaje”; ambos, además reivindicaron la importancia del color, los contornos muy marcados. Igualmente cobran importancia autores como Endor y Munch.

Al mismo tiempo se produce un interés masivo hacia el arte de los llamados pueblos primitivos actuales, y además, en este momento se publican las obras de Freud y Woninger.

Es en este clima, en el que se producen casi simultáneamente las dos primeros movimientos artísticos de vanguardia con esta orientación expresionista el del Fauvismo francés y el del Expresionismo alemán.

Fauvismo: Lo que hoy conocemos como grupo fauvista no fue realmente algo organizado, ni sus miembros firmaron ningún manifiesto, ni, aún menos, se presentaron premeditadamente como un movimiento artístico. El propio nombre de “fauve”, que en francés significa “fieras”, responde a la ocurrencia de un crítico en el Salón de Otoño de 1905, a partir del cual parecen unirse de una manera más homogénea. El grupo estaba compuesto de tres núcleos: el de los discípulos del taller de Moreau, formado por Mattisse, Marquet, Roault; el de Derain y Vlaminck; y, en tercer lugar Dufy y Braque. Mattisse, el mayor de todos ellos, fue el que ejerció más autoridad artística.

El elemento común de estos artistas fue el uso del color de una manera arbitraria, chocante y violenta produciendo un efecto de tipo emocional, y por lo tanto, expresionista. Por lo demás, esta arbitrariedad llevó a una experiencia común efímera y poco después, cada autor evolucionó de una manera bien distinta.