LA POSTURA DE INGRES.
Nadie más diferente a David en su concepción de la pintura que Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867), su mejor alumno. Lo que le va a diferenciar de su maestro es su concepto global de la pintura. Por un lado, la línea, en Ingres, empieza a ser modificada deliberadamente para reproducir la imagen ideal que el contorno sugiere al artista.
Por otro, en Ingres no existe el deseo de David de hacer llegar a la gente la virtud a través de su pincel. De la ética a la estética, la pintura de Ingres comenzará a ser valiosa per se, desde la pintura y por la propia pintura.
Lo mejor de su obra son los retratos. En “Bonaparte como Primer Cónsul” las referencias a la pintura primitiva del norte de Europa son evidentes.
Una perspectiva muy confusa caracterizada por un inusual número de puntos de fuga y un fuerte interés por la textura y el reflejo de todos los objetos y detalles, nos hacen pensar en la obra de Van Eyck, una fuente extraña en tiempos de Ingres, sin precedentes.