Tuesday, October 24, 2006

LOS VISIONARIOS. HAC-01: El desencanto de la Revolución y la crisis del Clasicismo (XXXVII).


La relevancia de los pintores visionarios: William Blake y Fussli.

Los pintores visionarios, que transformaron la realidad al tomar elementos suyos y combinarlos muchas veces de una forma paradójica, o en sus momentos más atroces, vivieron en plena época de la razón. Sus obras principales, relacionadas, asimismo, con los conceptos de lo pintoresco y de lo sublime, fueron hechas en las décadas críticas de finales del siglo XVIII y princi­pios del XIX, durante las cuales el neoclasicismo de las múltiples opciones clásicas, ya amanerado y puesto en entredicho, parecía mezclarse y hasta confundirse con el romanticismo.

Entonces también trabajaron en Francia los llamados arquitectos utópicos y además visionarios, como Boullée y Ledoux, que son ejemplos singulares entre otros varios.Artistas, estrictamente contemporáneos entre sí, como el inglés William Blake (1757-1827), el suizo residente en Inglaterra Johann Heinrich Füssli (Fuseli, 1741-1825) y hasta el español Francisco de Goya (1746-1828), a los que también habría que añadir a Flaxman (1755-1826), traspasaron esos límites racionales para llegar a la plasmación de la visión, de lo fantástico y de lo onírico tanto en sus cuadros como, sobre todo, en sus grabados. Se opusieron, así, a la estricta normativa clásica repleta de reglas de la que, no obstante, partían, y a la concepción de belleza universal y única al ofrecer un nuevo espectáculo en sus obras, basado en la fantasía, lo sensible, la diversidad de la realidad, lo posible y, a veces, hasta en la represen­tación de lo feo, lo horrible y la pesadilla.

Hay en ellos un desbordamiento de lo literario, cierto misticismo religioso repleto de dudas, que muchas veces se conjuga y hasta confunde con la mitología grecorromana, y un afán casi demoníaco, elementos en los que se entremezclan las formas realistas y las fantásticas con significados simbó­licos y hasta esotéricos, de interpretación en ocasiones difícilmente ambigua y hermética. Si en Blake, poeta y pintor, quien gustó tanto de ilustrarse sus propios escritos como los ajenos, se advierte todavía una vinculación, o una falta de alejamiento con el neoclasicismo en el predominio de la línea sobre el colorido, en Goya tal nexo se manifies­ta en el sentido ético que da a su obra, pero ya no positivo sino negativo, pues parece indicar lo que no se debe hacer en ningún caso.

Goya en los “Caprichos”, como en sus otras estampas cual los "Disparates" y en sus llamadas pinturas negras, se comportó también como un pintor visionario; pero a quien le preocupaba sobre todo la sociedad española de su época, todavía inculta y supersticiosa, así como las atrocidades de toda guerra. En el sentido mismo de ir muchas veces más allá de la simple visión y de la razón, que a la vez defiende y cuestiona, se halla en parecidas líneas que el inglés Blake (1757-1827) y que el suizo Füssli (1741-1828). Los tres coincidieron en varios aspectos al tratar de transformar, por lo tanto, la realidad visible. Para lograrlo tomarían diversos elementos suyos y los combinaron muchas veces de una forma paradójica o en sus momentos más sublimes, pintorescos y hasta atroces.Así crearon otros posibles mundos mentales. Goya en su crítica social, la excedió y llegó a lo horrible.

Blake quiso establecer literariamente otro universo y hasta una nueva religión falsa combinando el cristianismo y la mitología del Olimpo. Unos y otros se formaron en la época de la “razón”, de la que partían y a la que defendieron; pero después la llegaron a criticar siempre de una forma un tanto ambigua y sobre todo tras de la Revolución francesa; pero fueron capaces de percibir la “sin razón”, la irracionalidad, que flotaba en el ambiente en y sobre ella, que envolvió a Europa en sangre. También vivieron el período de la Revolución, que hizo derivar bruscamente el racionalismo aristocrático entre pragmático y utópico hacia el funcionalismo burgués, y traspasaron de esta forma esos límites racionales para llegar a la plasmación de la visión, de lo fantástico y de lo onírico.

Los tres pintores contrapusieron la imaginación a la razón, lo asistemático y contradictorio al orden y combinaron de una forma recreativa los elementos tomados de la naturaleza.Blake y Füssli se inspiraron en la literatura y en motivos religiosos y hasta mitológicos. Goya lo hizo en la contemplación analítica y crítica de la misma realidad cotidiana, de la sociedad de su época, en el ambiente revuelto, que le rodeaba durante esos años difíciles y que, pasando por la razón, interpreta críticamente con toda libertad de un modo a la vez social y literario, pero siempre personal.

Blake y Füssli presentan características iconográficas y formales a veces bastante semejantes, que derivan de otra manera paralela, pero distinta, de entender el resurgimiento del clasicismo en centro Europa y en Inglaterra que en las riberas mediterráneas. Se muestra cual un modo más interpretativo y hasta recreativo que filológico e imitativo, pues en este país se tomaron sus líneas más generales y universales como referencia. Tal vez sea posible afirmar aquí que penetró en él más la concepción manierista, un exceso intelectual, en el proceso de aproximación a la antigüedad grecorromana, que la renacentista más pura. Se buscaba, sobre todo, lo sublime y pintoresco, rebasando los límites de la naturaleza para realizarse en un proceso mental, en el cual intervenía la imaginación.

Ello certifica, una vez más, que ya se percibía la ausencia de un clasicismo único y totalmente ortodoxo. Eran conscientes de la existencia de múltiples lenguajes clásicos, que partían de una forma referencial de esta Antigüedad con toda su variedad como base de inspiración.Ambos pintores coincidieron en el empleo de un dibujo, que se inspira en Miguel Ángel, donde se presta una atención básica a la anatomía y se destaca la musculatura, y mucho más a las actitudes apasionadas, terribles, con algo de retórica teatral. Sus obras no suelen reflejar, por lo general, el equilibrio y la moderación severa, sino los movimientos transcendentales y dramáticos, tensos y hasta violentos, tanto físicos como espirituales. Uno y otro proporcionan, no obstante, distintos puntos de vista. Si en las representaciones de Blake es central y directo, tal y como si se tratasen de miniaturas medievales, en las de Füssli la perspectiva resulta baja, cual si el espectador contemplara una escena teatral desde un sillón situado en la primera fila de la platea.

En el inglés el colorido en acuarela parece asumir una función más referencial, aunque en ocasiones llegue a desbordarse, la base para destacar el dibujo, que en el suizo, quien también realizó numerosos óleos sobre tela. Ambos suelen situar sus escenas en un ambiente nocturno o casi de noche: las horas de los sueños, de la imaginación, de la irrealidad, de la poesía...; pero también los momentos más misteriosos que recuerdan la muerte, de las pesadillas, de lo horroroso… Füssli empleó fuertes contrastes luminosos para expresar el misterio. Blake utilizó luces ambiguas, la crepuscular o la del amanecer, a las que dota de una aureola mágica, tal vez paradisíaca.

Ilustración: Hombres leyendo. Autor: Goya.