Sunday, October 22, 2006

A. J. GROS. HCA-01: El desencanto de la Revolución y la crisis del Clasicismo (XVIII).

ANTOINE-JEAN GROS.

Si el republicano David fue el cronista “cortesano” y de “lujo” de Napoleón, su discípulo Antoine-Jean Gros (1771-1835) será el “oficial” y “mili­tar”, pues le siguió en las campañas bélicas. Sería, así pues, espectador excepcional y como un reportero gráfico de sus grandes batallas y hasta de las poses de sus mismos actos humanitarios y quien mejor proporcionó su imagen de héroe, pero representada casi siempre rodeado por la muerte cruenta, colectiva carroña humana, dejada por las batallas y con un gesto de indefinible tristeza, como parecía necesario corresponder a tal heroicidad tan sangrienta.

En él ya se advierte una técnica y un espíritu prerromántico con el predo­minio del color, de la luz y de la atmósfera, el dibujo suelto, y el movimiento, que, en tanto como le acercan a Rubens, le alejan de su maestro, quien le aconsejó desde su destierro en Bruselas abandonar sus heterodoxias y volver ortodoxamente a la línea clasicista, entonces ya casi totalmente anacrónica.

Las dudas planteadas en su método de trabajo, al renegar de su estilo personal anterior, y los escasos encargos recibidos, debido a su estrecha relación con Napoleón, después de la Restauración de los Borbones en Francia, le condujeron a ser, además, uno de los iniciadores de la casi norma ética y estética romántica del suicidio del artista. Ya en 1801 Gros había representado en una escena muy romántica a la poetisa romana Safo (presenta una “Muerte de Safo” muy davidiana por el rigor del dibujo pero con un claro de luna sobre el mar ya prerromántico).